domingo, 20 de enero de 2013

Cambios a los cuarenta años.



El cuerpo comienza irremediablemente un proceso involutivo, durante el que se producen cambios a nivel físico y metabólico que desencadenan un descenso en el nivel funcional y las cualidades físicas. Si ya estás en esta edad, debes saber cómo evoluciona y responde tu cuerpo durante esta etapa y cómo optimizar tus entrenamientos no sólo para obtener los
mejores resultados, también para frenar el proceso de envejecímiento.


A nivel físico y metabólico, nuestro organismo comienza a responder de forma diferente. Es difícil determinar el momento en que éste inicia el proceso involu­tivo. Probablemente el enve­jecimiento (al contrario que el crecimiento) no es un fenóme­no genéticamente programado y viene determinado por multi­tud de factores y sobre todo, hábitos de vida. Es este as­pecto, la actividad física y la alimentación es lo que está en nuestras manos para poder manejar en la medida de lo posible este proceso.
Como consecuencia de los cam­bios mencionados anteriormen­te, se producen una serie de efectos que debemos tener en cuenta, ya que muchos de ellos podemos regularlos en gran medida con el ejercicio físico y la alimentación. El más habi­tual es el aumento de peso, la tendencia al acumulo de grasa por el descenso de la tasa me­tabólica unido a malos hábitos de alimentación provoca la apa­rición de esa “barriguita de los cuarenta”.Un programa de en­trenamiento y una correcta ali­mentación, por una parte man­tendrán el metabolismo elevado y por otra producirán un con­sumo calórico más elevado, evitando la formación de gra­sa. Si hacemos ejercicio, nota­remos que en esta década, la recuperación es más lenta, se tarda más en recuperar el nivel funcional para la siguiente car­ga de entrenamiento. Se hace necesaria una mayor recupera­ción, las cargas no pueden ser tan altas y a largo plazo, el rendimiento deportivo comienza a disminuir, sobre lodo en espe­cialidades de fuerza.

CAMBIOS EN LA FIGURA
La figura cambia significativa­mente según el género a par­tir de la década de los 40, las diferencias entre hombres y mujeres son las siguientes:

En el hombre
-Aparecen acortamientos de los flexores del tren superior, sobre todo en los músculos pectorales, apareciendo una actitud cifótica o de ligera «chepa».
- Se acumula grasa en la zona del tronco, sobre todo la in­traabdominal.
- La masa muscular comien­za a desaparecer.
Recomendaciones para el hombre:
- Movilizar la cintura esca­pular estirando pectoral, bí­ceps y deltoides.
- Evitar el alcohol y los ex­cesos en la ingesta calórica.

En la mujer
- Los cuerpos vertebrales pueden disminuir su, tamaño por la osteoporosis, aparece la jiba.
- El tejido conectivo pierde capacidad de sostén y el pe­cho pierde consistencia.
- La grasa comienza a des­aparecer de las caderas para acumularse en el vientre. Recomendaciones para la mujer:
- Trabajar la fuerza.
- Incluir alimentos que potencien la actividad de los estrógenos.


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